Te amo mientras los minutos
se escapan de los relojes,
y van dejando un polvillo fino
de tiempo húmedo en el aire,
desgastando en silencio
mis zapatos y mi sombra;
Te amo mientras ando de profeta,
combatiendo la apatía
de la oscuridad,
que se avalanza
y no veo el trazado
de tu cuerpo al abrir la puerta.
Te amo mientras giro en la cama,
y tus ojos abiertos me reciben
colgados de la lámpara,
fijos y llenos de constelaciones,
dueños de mis sueños;
y sé me esperas al alba,
con el sol abrazado a tu presencia.
Te amo sin metáforas,
desde el comienzo al sin final
de todos los poemas,
desde el sin final
al comienzo de tu nombre eterno,
y de ahí al principio del amor.