La vida me ha enseñado una cosa;
Que mientras el alma goza, el cuerpo sufre
Y mi pobre viejita que sentada está
mira al mundo desde una ventana
sin poder saber que hay mas allá
Sus ojos todavía conservan su juventud,
conservan la vida que yo no tengo.
Pero mis piernas son libres,
y mi cabeza pesa toda la vida que no viví,
recuerdos vacíos de una soledad cotidiana.
Ella quisiera mis piernas para poder correr,
pero no sabe que yo quisiera su mente
para poder volar
Este mundo físico
¡Pesa tanto!
No entiende que es mejor ser libre de verdad,
que el viento es un juego y la tierra un paso más.
La dicha de la memoria recapitulando,
la vida en una estrella fugaz,
tan rápido se va.
No quiero pestañear
para no perderme en este mundo de inmensidad,
perderme, quizás…
una sonrisa tuya.
No lo podría soportar.
No entiendes la suerte que tienes
de ya ser feliz.
Porque
mientras abunden en este mundo
caras tristes y largas
Siempre vas a estar tú,
mi viejita sentada,
sonriendo a través de la ventana
a una vida que viene y permanece
sostenida en tu mirada.