Todas las dudas se confinan
en este espacio
de cuatro paredes insensibles
entre las que vivo, suspiro y sueño.
Las dudas son eternas
(vienen, van, se mueven en círculo perfecto),
proclaman su linaje
y nos condenan a convivir con ellas.
Aquí están ahora, sentadas en el sofá
o gimiendo en la escoba con que barro
el último de mis aplomos.