LA FULANA
Recuerdo que una mañana,
en plena llovizna fuerte,
huyéndole a la muerte,
tropecé con la fulana.
Me dijo llamarse Ana,
y sonrió con gran mesura,
rasgando mi vestidura
me apercolló muy contenta,
te cobro solo cuarenta:
me dijo con gran premura.
¡Qué triste suerte la mía!
grite muy destrozado,
ya estaba emocionado
pensando que la tenia.
Siento que la agonía
me consume muy adentro,
me han robado en el centro,
ni un céntimo me han dejado,
estoy muy desconsolado;
que infeliz es este encuentro.
No tengo un solo centavo,
¿podemos pactar a cuotas?
te pago a cuenta gotas,
le dije con menoscabo.
¿Eres soldado o eres cabo?
pregunto la gran señora,
vas a quedar en mora,
después de la gran faena;
que te dará hasta pena,
no quiero dañarte la hora.
Y empezamos el combate,
con gemido y aspaviento,
hasta que perdí el aliento,
me azotaron con un bate.
Quede como un triste orate
Y sin nada de pelaje,
desnudo y con mucho helaje,
pobre, doloso y herido;
con el cuerpo bien henchido,
me robaron el ropaje.
Autor: Fabio Bohórquez Rodríguez
Registro No. 10-668-166.
Dirección Nacional de Derechos de Autor.