Me conmueven poemas que aún no he escrito
Porque siento bajo mi piel
Como su esencia se marchita detrás de mis ojos al recitar con temor
la última letra de versos que aún no lo son.
Al compás de una canción muda y triste trece párrafos ya sangran
sin haber abierto aún la herida
con ese puñal mio que en el papel se clava
e imprime una imaginación podrida que se adormece,
sobre una carta destinada a morir
Entonces con letra cursiva baila
en la sátira de una rima
que repele con histeria la luz del sol,
porque miente
Porque disfruta escurriéndose entre líneas,
mientras huye de la sinceridad de una mano temblorosa que la busca,
para encontrarse en ella misma.
Eso intenta ocultar, inofensiva,
la verdad de una mente disfrazada de metáfora, que revienta de tinta negra los lagrimales
chorreando vida por mis mejillas cuando por fin la comprendo.
Cuando logro encontrarme en algo que me encuentra,
en sílabas que hablan un idioma que nadie se ha atrevido a pronunciar.
Porque le da voz al miedo
Que grita sin cesar cuando se rinde.
Cuando se muestra sin vestiduras frente a un párrafo que lo compara con una habitación vacía,
cada vez más grande.
Pero el abismo que crece en este papel irrompible,
no permitirá jamás que me convierta en éstas mismas paredes blancas.
No permitirá que quede atrapada
en historias que hablan de tiempo
Y se burlan de las letras que me salvan la vida.
Porque no he muerto.
No mientras mis manos descompuestas
decifren las lágrimas que gritan como el miedo.
Insaciable plegaria de no callar ausente,
que me hace enfrentar mi reflejo.
Y mira.
soy yo la que grita.
Soy yo tan quieta llorando adrenalina en versos que se leen sin sonido.
Soy yo dudando en todo momento
si leerme entre lineas
O morir en el intento de vencer al demonio que me da ya por vencida
pero susurrando advierte
un vacío que se llena en mi lecho
donde nace una grieta triste
y adolorida no respira.
Ni siente
Pero piensa
Le duele
Se lamenta en forma de sílabas que ruegan desmesurada clemencia.
Y escribe.