Mi ventana me dijo:
nunca esperes a alguien
que te ha prometido que volverá
pero sin decirte cuándo.
Mi abrigo me dijo:
no dependas de quien
te da toda su confianza,
porque tarde o temprano
vas a decepcionarlo.
Mi lámpara me dijo:
muéstrate siempre escéptico
aunque el deseo sea tu mar,
porque así, si caes,
tu propio deseo hará de colchón.
Mi almohada me dijo:
no viajes cada noche por tu cama,
pensando en esa persona
que duerme plácidamente
soñando con otro.
Mi espejo me dijo:
no ataques, usa el arte del engaño,
no pienses, actúa,
no dudes, ama.
Las cosas más sencillas
suelen decir las cosas
más importantes.