Cuando descubro ese templo,
Lleno de gracia y de amor,
Siento la fuerza, el color,
De la belleza que contemplo;
Es un rayo, el que yo siento,
Radiante de gran pasión,
Rompiéndome el corazón
En amoroso tormento;
Es esa ignota ausencia,
Esa tormenta divina,
Esa tan íntima esencia,
Fuente de luz cristalina;
Es la vívida presencia
Que mi conciencia domina…