Después de nuestros paseos al atardecer por Paris, siempre terminamos en Le Restaurant Le Consulat, donde los dos cenábamos junto a los bohemios que al anochecer iban apareciendo.
Ese día tú estaba algo nerviosa bailándote los ojos y tus rizados cabellos con tonos rojizos, yo solamente te miraba y escuchaba pues no era la primera vez que montabas en cólera con tus rarezas.
De pronto te levantaste y con gesto de niña tomaste tu negra cazadora y tu bolso, ni tan siquiera un adiós o un hasta luego, siempre regresabas, yo te estaba esperando, esa noche ya no regresaste.
Te espere hasta altas horas de la noche, ya las calle estaban semidesiertas, los faroles iluminaban la calzada dándoles ese brillo sombreado y nocturno a los adoquínes, pero tú no regresabas como en otras ocasiones.
Me marche despacio dando un paseo por el barrio alto de Montmatre, en mi cara recibía el aire húmedo del Sena cuando bajaba esos escalones para llegar a casa, al llegar me encontré una pequeña nota tuya al finas me decías.
(Me marcho pues llevamos caminos diferentes) me sonreí y me dije, ya lo creo y bastante diferentes, no te he vuelto a ver ni tampoco se nada, aunque ya poco me importa, los tiempos pasan y tú quédate con tu historia que yo seguiré mi camino.
Montmatre el barrio bohemio de París
© José Cascales Muñoz
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17 de Octubre 2017