En sí mi mente se dilata,
mi cuerpo machacado y sin alma espera,
qué espero, no lo sé, la cuerda que me ata,
la tragedia dulce que deseo
con mis pizcas de lucida mente sincera.
Encerrado en mi cuarto escuchando,
escuchando el sin fin de almas;
aquellos habitantes en mí cerebro marchitado,
cuantas sombras afiladas; penetran mi pecho
sin esmero y mi alma aterrada.