ESPERÁNDOTE
Y mirando el horizonte
me entretuve esperándote;
enumeré todas las aves
que marchaban en vuelo,
conté cada unos de los rayos de sol
cuando éste se posaba sobre los campos.
Acorté cada momento
vigilando mis pasos, mi sombra.
Mengüé días y semanas
en observar atento
lo que gratamente me rodeaba:
la espesura del bosque,
lo gélido de la helada,
el dorado de la arena,
el viento otoñal...
no quise pensar sólo en ti.
Sutilmente advertí que mi cuerpo
deseaba con urgencia reencontrarse
con tu grácil figura...
quería pensar sólo en ti.
No quise pensar sólo en ti;
preferí acortar el tiempo
ocupando mi mente
en grandes y diminutas cosas...
hice y deshice mi cuarto,
leí más de una vez las miles de páginas
acumuladas en mi armario.
En mis noches de insomnio
fantasee con tu fisonomía
al contemplar el decorado de las paredes
de mi habitación.
Quería pensar sólo en ti.
Abrevié meses, años
con cientos de obligaciones caprichosas;
engañé a mi cuerpo, sacrificándole
con rudas tareas cotidianas.
Descansé trabajando,
trabajé sin descanso;
mas mis pasos se acortaron,
mi sombra la vi más diminuta.
Infinitas veces fui al embarcadero,
otras tantas al andén del pueblo.
No llegabas.
No llegaste.
Tal vez hoy o mañana llegues;
pero mi cansada mente
no te distinguirá entre la multitud.
Ya mis sentidos atrofiados
no percibirán tu aroma,
tu voz particular,
ni tu vetusta figura.
Hoy, cansado,
con mi cuerpo envejecido y desgastado
quiero pensar sólo en ti,
aún engañando a mi mente,
espero que vengas a mí.