Mujer, cual flor perfumada,
aunque yo voy de bajada,
puedo ver en tu sonrisa
una dicha ya sin prisa.
Pues de tanto andar el camino
al encuentro del destino,
se hicieron largas tus noches
huérfanas de derroches.
Pero tengo la esperanza
haber si mi suerte alcanza,
de un pedacito de tu cielo
o al menos el consuelo.
De que un día cualquiera
ojalá y se pudiera,
igual que una fruta madura,
te desprendas de tu altura.