La tierra parece enorme, pero está llena de encrucijadas sus caminos donde nos encontramos. Y siempre vamos a converger todos en un punto ciego de conflicto en un lugar determinado. No se sabe muy bien como nacen, ni como acaban, ni el sentido de estos conflictos. Puedo recordar uno vivido en vall d´uixo, en el huerto de las piteras de Laocoonte, donde tuvo lugar uno de esos extraños acontecimientos que sacuden las vidas humanas de una forma casi invisible y enigmática. se encontraron una escuela taller, y un autoempleado. Algunos llamarían a este autoempleado de la agricultura ecológica , desempleado. Pero sería un error llamar así a una persona que trabajaba sin sueldo, tanto o más, que los alumnos de la escuela taller que estaban invadiendo su terreno ocupado hacia dos años. La escuela taller entró ignorando al antiguo morador , y sus penosas circunstancias vitales en esas tierras, bajo mandato del ayuntamiento . El antiguo morador de ese lugar , vagaba por sus tierras como un perro abandonado. Entre las barracas llenas de guisantes plantadas por él, entre las tomateras, veía gente que le miraban indiferentes, y que se comportaban como sus dominadores. Él, sembraba paciente, encerrado en su mundo de silencio y trabajo en comunión verdadera con la naturaleza y sus ideas. En ocasiones alzaba la vista , y veía como le tiraban ramas, troncos, desde los bancales de arriba a las tablas donde cultivaba. Lo hacían con toda la impunidad del mundo para así caminar menos. eso es lo que le decían. Hubo momento de rabia, de impotencia, por parte del agricultor, pero prefirió ser dominado y que lo martirizaran, como a uno de esos perros abandonados que tras acariciarlo una pandilla de chicos marginales de los barrios obreros, les sigue alegre el animal agradecido, sin saber que lo van a atar y matar a pedradas para sentirse hombres. La escuela taller, viendo que de este modo no se iba el antiguo morador, sin imaginarse que tenían delante no a un hombre, sino a un perro español, decidieron empezar a fumigar sus cultivos, amparados por ese trapo sucio de la izquierda conocido como psoe. Al que sus propios socios, izquierda unida y compromis a sus espaldas acusaban de fascistas cuando escuchaban lo que hacía el ayuntamiento. De este modo tan simple se justificaban y reparaban su conciencia, lo que les convertía por estos comentarios, en más repugnantes que los fascistas socialistas, que ya es mucho decir. pero el protagonista de nuestro cuento, un pacifico y honesto agricultor, no participaba en este tipo de descalificaciones por la espalda, y quizás le fuera así por esto. Prefería cuando veía la violencia que se ejercía sobre sus tierras, o contra el medio ambiente se retiraba pacíficamente a escribir sus penas a la sombra de las chumberas infectadas de cochinillas del tinte. Infectadas hasta la agónica extinción, porque desde la generalitat valenciana habían decidido acabar con ellas al calificarlas de extranjeras.
Angelillo de Uixó.