Soy flor marchita. Soy frío invierno.
Yazgo como piedra insensitiva
en un bajel sin rumbo, sin retorno.
He levantado el velo de la vida
y visto el rostro de la vieja muda
que agorera en el sigilo anida.
Y en el camposanto, la anfitriona
con su gris regazo ansiosa espera
lo que ya a la vida le ambiciona.
Así, sin pasado que me siga el paso
con ensueños tristes mutilados
soy olvido, soy recuerdo, soy ocaso.