Cuando el río acarició tu espalda yo ya me estaba por ir.
Pero no me fui, no sé de qué te reís.
Quise dejar todo así, sin medir.
No me di cuenta cuando te vi
que podía dejarme sufrir.
No me di cuenta y me confundí.
Debe ser por eso que hoy todo lo perdí.
El cenicero antes que el acuerdo.
Cuando me respondiste supe que estaba muerto.
Era mi condición de instrospección.
La misma que escribe porque yo me borró.
El mismo que piensa que todo me sale mal.
¿Y a quién no le dan ganas de llorar?
Es tan natural.
Peor es el miedo a hablar.
El que tengo cuando me miras.
No sé por qué me gustas.
Debe ser que no lo elijo
y que en realidad te preferí mirar frente a los demás.
Un poco más no hace mal.
De más no lo sé recomendar.
Porque de vos no sé nada y nadar.
Por eso me doy vuelta,
para conversar.
Qué lindo que estás.