Se acercan a mi lecho aquellos poemas
de cuando la vida -dijo Amado-
nada me debía y estaba todo en paz.
Hablan de un tiempo, de un pasado
que ya lejos me empuja a las calles
que tomados de la mano recorrimos
y en ellas todo florecía como en valles,
donde frentes juntas tanto nos reímos.
Vuelven como lanzas necias de oro
que atraviesan la suave y tierna noche
destrozando todo a su paso.
Poemas a los que imploro
tengan a bien escuchar el reproche:
si es posible, pasen de mí este vaso.