Tu cuerpo y alma
hicieron que mis matemáticas
sintonizaran su frecuencia en el canal de la ignorancia
pues cuando comulgamos con nuestra piel
encontré teoremas que no embonaban
con las reglas que en un aula de clases suelo promover.
Mi aritmética quedó obsoleta
en medio de la sinfonía del vaiven
configuramos un sol tan solo con hacer coincidir a nuestras sombras.
Sumamos caricia tras caricia
hasta engendrar una serie armónica
que tendía al infinito y a la vez a uno.
Fuimos uno con el universo
y el universo uno con nosotros mismos.
(Sabes, soy un ignorante de las matemáticas).