No sé si quiero beber del mismo jarrón.
El amor es una propaganda barata,
donde la convierten en cine y en una
mala novela mexicana.
Dependencia emocional, posesión y fidelidad
me hacen recordar al
capricho de un niño de cinco años de
edad cuando se le niega algo.
El amor o el mal amor.
Porque el otro amor es la amistad,
la poligamia y las verdades sin caretas.
Los abrazos y las filosofías
existencialistas.
Las marchas, los malos tiempos y el
mate de a dos entre un diálogo berreta.
Los “te quiero” y los “te cuido”.
Los insultos con cariño y los desvelos con tu amigo.
El bailar y cantar una música que no te gusta,
pero cantarla mal y con gusto porque a él le gusta.
El cambiarte de zapatos y dárselos a ella
para que no sufra el resto de la noche.
Traer otra silla porque tu gato ocupó la tuya mientras te fuiste.
El pastelón de papas y los canelones.
El alba y la aurora.
No sé si quiero beber del mismo jarrón.
Ni quiero decir un “te amo” para siempre.
Mejor un te amo temporal, porque no sé
si dure hasta mañana.
Un te amo con acciones e indecisiones.
Un te amo ligero y que no sienta el pesar
de que después tenga que tomarme un té de tilo.