Flor de ébano,
gloriosa dama
apenas demudada...
en el arco sublimado
de la tarde,
allá donde las azaleas
castas...
y más hermosas,
se nos abrazan
tristes...
entre lirios
desbocados,
apenas desvestidos...
por la gracia desnudada
de su eco,
entre pálidos
y homéricos
secretos...
deslazados
en su anarquía,
de inmaculado
e imperecedero
amor...
herido breve,
en la gloria
deshojada
del crepúsculo.