Pablo R.

OLVIDO...

 

Olvidarte? Ja!
Como si fuera tan fácil!
Como pretender arrancar a jirones la piel.
Como anular una a una
las terminaciones nerviosas de los poros
donde tus manos tersas
acariciaron hasta hacerme estremecer.

 

O quizá como arrancarme los labios
que besaron tierna y apasionadamente
esos labios los tuyos
hasta beber ese último aliento
antes de desfallecer.
Mis labios que recorrieron
cada centímetro de tu cuello
provocando en tu boca un resuello
inconfundible de placer.
Mis labios…
que escalaron hasta la cumbre de tus senos
en busca del manantial de esa dulce miel
capaz de saciar mi sed de ti.

 

Olvidarte… seguro!
Tan fácil como arrancar mi lengua…
esa que le hacía el amor a la tuya con singular avidez,
aquella que delineaba tu boca
y que con furia loca
recorría tu cuerpo hasta llegar a tu fuente
y beber de los torrentes,
esos mágicos afluentes
que fluían de tu ser.

 

Olvidarte… claro!
Como arrancarme las manos!
Esas que sin ningún decoro
recorrían poro a poro
incendiándote la piel,
provocándote espasmos
o llevándote al orgasmo
y gemidos de placer.

 

Olvidarte… cierto!
Lo haré después de muerto,
cuando mi alma haya partido,
dejando un cuerpo vacío
enterrado en el olvido
de tus besos y tu piel.

 

-. Par