No cayeron todos los pocos,
lento en trasto imaginario,
cuando calentaron copos
la piel de tu santuario.
Embiste fecundo Lisipo
al rastro de tu flor,
lento sale y disipo
el comienzo del amor.
Primera llama encanto
sublime fue tras baño:
cubre poco el manto
del interior que extraño.
Asidua la tregua cara,
paga las rasgaduras
que tu desnudez llevara
al escollo tus hermosuras.
Te abrazo en intenso
poema frío, conmovedor
cristal yace indefenso
al tiempo mi traidor.