Camino descalza en la tibia arena,
me acarician los olas del Paraná,
me dan energía y fuerza interna,
en mi cuerpo anida su vitalidad.
Me siento tranquila bajo ese árbol,
que por muchos años me cobijó,
escucha callado cantar a mi alma,
las tiernas guaranias al ido amor.
Es mi casa, mi hogar, mi guarida,
donde a solas descargo el corazón,
el árbol me escucha, mece sus ramas,
acaricia mi rostro con compasión.
Soy terca, ermitaña, soñadora,
que solo a él le confieso mi dolor,
y junto a las aguas de mi noble río,
le dejo un canto a mi sentido amor.
Acurrucada, tranquila, bajo su sombra,
dando rienda suelta a mis fantasías,
tan solo en sueños, en esta ermita,
la magia empieza al comenzar el dia
Maria Hodunok.