Se alisan las piedras y desgastan con el paso
del rio que las moja como viva imagen
de los años desgastando vida
que no es roca.
Se han ido incluso los zorzales y calandrias
que volaban rasantes sobre el río, ya no hay aves
en este desgastado discurrir de tiempos
para el hombre.
Pero algunos rebuscan en el hondo y rico
contenido de sus almas nuevas formas
afines a su esencia y en plenitud proyectan
al mañana.
Aún las piedras, desgastadas por el agua, viven
fresca la caricia que desgasta y en su entorno
aprecian vida activa con luz que se engalana
en tornasoles.
De mi libro “Desde aquella Strelitzia”. 2014 ISBN 978-987-1977-32-1