Rise

Historias cotidianas I

  Caminaba por la calle, realmente sin rumbo fijo. Algo me llamó la atención, un detalle en el que, probablemente, nadie se fijaría. Una bolsa de una cadena de restauración de hamburguesas algo cutre, donde comércian con la rapidez que un trabajador exige su comida.

  La bolsa se encontraba en un contenedor lleno de escombros. Esto avivó mi hambre por imaginar historias a partir de cosas sencillas y cotidianas.

  El saco de papel marrón probablemente perteneció a un trabajador de la obra. Me imagino su vida y me doy cuenta del valor que le puede dar a las cosas simples como puede ser su descanso para comer. Cualquiera desearía comerse un plato preparado con aprecio, con productos de una mínima calidad, pero él no, él fábrica su felicidad a partir de algo creado sin sentimiento, sin calidad y común. Me imagino al obrero pegando suspiros entre bocado y bocado, pensando en que tras ese momento de placer tendrá que seguir trabajando para ganarse su siguiente comida.

  Yendo más allá, me imagino su siguiente momento de felicidad: llegar a casa tras una larga y tediosa jornada. Encontrarse con su mujer que le tiene listo otro plato de comida, esta vez caliente y hecho a consciencia para él. También ver a sus hijos cada vez más grandes y pasar el poco tiempo que puede con ellos. Aun que esté cansado y la rutina le mate, hace lo posible por sentarse a oírles. Quiere escuchar sus historias, sus caídas y sus experiencias, quiere escucharles crecer.