Un agujero glorioso,
Un túnel sin retorno
Sin posición aparente
Se mueve entre paredes,
Entre estrechos caminos,
Entre laberintos de dolor.
Entre el muro y la razón un indiscriminado Latigazo,
Sin temor, sin dolor
Solo esos ruidos escandalosos
Que en mi cabeza causo.
Esa ira, ese amor.
En mi cuarta tempestad ya estoy,
En mi delirio de eternidad,
El sufrimiento de mi debilidad.
De la atadura en la que me encuentro,
De cada grito que escucho
Mientras acaricio
Tibias montañas.
Mientras un volcán nos calienta,
Pues acompañado siempre estoy.
No creáis que mi dolor es un obstáculo,
De mi debilidad, de mí Fatiga.
Llevo horas aquí y la tormenta me alcanzado,
La erupción ha llegado;
Pompeya nos ha marginado.
Y al final un grito;
Miro al cielo pues por quién
Doblan las campanas.
A terminado solo sin ti,
Sin tu cuerpo de mujer…