Una mañana me encontré plena de llanto
Ya que tus labios se fugaron sin ilusión
Grité llamándote con fervor de santo
mas, débil fue mi encanto para tu consolación.
Díme ¿En qué lugar olvidaste mi ofrenda?
Que mis manos se desvanecieron frías,
como si un humor dormido que remienda
te hubiera atrapado y despojado de mis días.
Solo sé que olvidaste a la rosa viva
que te ofreció el cáliz de su vida
hundiéndola en un crepúsculo a la deriva
que sola fue comprendiendo su caída.
Me he rendido ante los vientos fuertes
dejando escapar mis sueños despacio
para quedar a pasos de lo consciente
buscando la textura silente del espacio