Ya no estás en ninguna parte, ni estando, no estás fantasma blanco en el asfalto ni en las tristes fachadas de las casas que se miran unas a otras, interrogándose; no estás en asociaciones vagas con los recuerdos.
Estás ahí pero te extirpo, están tus cinturas y tus cabellos en las cinturas y los cabellos del humo del café. Sólo quiero ver humo, niebla, nada más.