Me doy a ti en tu dolorosa pasión
quedando mi cuerpo sereno
en cada misterio
de tu divina presencia
y misericordia.
Me envuelvo en tu dulzura
amor que se respira y entremece
elevandome a una inmensa paz.
Manso, cautivo y misterioso
te encuentro en mi oración
limpiando mi alma con tu luz
eres humildemente mi comida
y pan de eucaristía que se ofrece.
Mi fuente cristalina de místico perfume
frescura y sentimiento de un Dios
que besa el corazón con sus bondades.
Señor mío y bien supremo
Dios bendito y rey eterno
renuévame en tu espíritu divino
pues fallarte sólo temo
en el frío del invierno
que vivo si no sigo tu camino.
Dedicado a la Misericordia Divina de Dios
Rosa Maria Reeder
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