Para aquella bella mujer de cartulina la que tengo colgada hace ya tiempo en esta esquina de mi cuarto de dormir va este pedido que me sale del mas profundo rincón donde se pelean por salir mis intimas pasiones.
A esa mujer del afiche, la que trae el calendario, yo le quiero proponer que deje de entusiasmar con suculentos bocados a los viejos que como yo no tenemos ni esperanzas de tocar nunca en la vida cuerpos tan bien cincelados por natura o cirujano y que mas bien se dedique con ese cuerpo ostentoso a obritas de caridad como cualquier dama gris o monjita soñadora atendiendo a los viejitos que ya no tienen señora o la tienen como lora.