Espejo, espejito, dime: ¿Quien es la mas hermosa en el portalito?
y el espíritu mágico que lo habita, con seguridad le dirà de frente,
sin ocultar nada en su espectro, siempre con la verdad por delante,
_¡No eres tu! amada amiga mía_ Primeramente, jamás te mentirìa,
y asì, empieza el diálogo imaginario con ese amigo callado y solicito,
quien en inmediatez responde inquietas preguntas que acompañarìa,
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¿Quien no saluda a su espejo cada mañana dándole los buenos dìas?
luego calla un instante y queda impávido mirando en honda atenciòn,
y sin tiempo para quejas enseguida el contesta a su ànimo preguntòn,
desde su origen, siendo ajuro sincero, habla directo en forma aguda,
porque el tiene sabiduría innata, y es aquel que sin saber te retrata,
y muestra todo aquello, que no quieres ver ni escuchar del sordomudo.
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Pero impaciente, nos obliga a entender lo que no se desea exclamar,
muestra la real pintura, la carne escultura, la posesiòn del alma pura,
¿Como es posible que los años al cuerpo hermoso hicieran tal daño?
Aun recuerda las voces que la llamaron tantas veces Reina, y Diosa,
e hicieran reina y real princesa en carnavales y concursos de belleza,
una piel suave, tersa, de jazmín y porcelana, era atractiva humana.
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Especie de gacela que libre corrìa prados, y en lo alto estrellas cogìa,
ahora sin piedad llegan los surcos de la edad, arrugas y pecas de sol,
que acusan ìntimos momentos vividos y los pecados de sales de amor,
¿Hace cuanto tiempo que la flor marchita, dejò de ser la mas bella?
y al asomo del frìo espejo, frágil, y límpido cristal que la refleja,
en cuya asidua presencia vital, ríe, rìe sin parar y todo drama añeja.
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Recordar en leal constancia, y aprender que no es motivo de enojo,
borrar del ser fútiles arrogancias, cabellos blancos y penas en remojo,
aceptando nuevas discrepancias, con aquel dulzor de los labios rojos.
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Observar lo malo con los propios ojos, hacia el temido agreste final,
lo marcado en el alma y piel, deba vencer con mucho o poco padecer,
que sobre las huellas deja el camino andado, experiencia y años dorados.
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Canas vienen aprisa sobre mis sienes, señalando hazañas a peldaños,
y no es cuestión de genes, producto inclemente al paso de los años,
sin embargo con lucidez os digo, daños hay y no se ven, ¡Viven ocultos!
igual que la belleza que se lleva en el alma y que no envejece nunca.
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Y son esos testigos en calma, desde antes que el cuerpo sea sepulto,
del amor a quien en desvelo me envuelve en tibia luz y ojos reflejos,
el amigo en celo devuelve información veraz , espejo, espejito el juez.
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Raquelinamor
Octubre 24, 2017