Sentí tus manos,
vestían mi cuerpo.
Viví caricias
gritando anhelos.
Palpé la calma,
el desespero.
Logré que todo
fuera perfecto.
Hallé en tus labios
sabor a fuego.
Amé tu alma
y sus secretos.
¡Qué cruel el tiempo!
Vació mis días
con tu adiós luego.
Quedé con nada,
y allá, a lo lejos…
vi tu sonrisa,
por la que aún muero.
Sentí tus manos.
Viví caricias.
Palpé la calma.
Soñé tu amor.
¡Ahora despierto!