Juntos forjamos lo que Francisco Goitia
hizo de sus últimos días
un desapego al ritual agónico
que impera en las sociedades.
Nos desterramos de la liviandad
de la monotonía
fragmentamos reglas absurdas
de protocolos y esquemas que
convergen en la simulación
para reencontrarnos con nuestro niño interno.
Eliminamos de nuestra espalda
cargas del pasado
para divertirnos con las cosas simples
disfrutando el proceso y no el resultado.
(Me desperté, esto fue un sueño...
¡haré lo imposible por consumarlo a realidad!)