Esta tan viva mi carne en vos,
soy tu cuerpo adentro,
la fricción arquea tu espalda
transformándola en horma de mi boca.
Quiero escuchar tu voz,
palabras mueren en la penumbra,
ojos casi cerrados dejan
una mirada que aun veo.
Das un beso a mi beso,
y te invito a probar la sal
de enero que vive en tu piel,
ahora también está en mis labios.
Esta pequeña muerte
ahoga mi nombre en tu voz,
se llenan de vehemencia tus manos
y con furia germinan tus dedos en mi pelo.
Mientras la oscuridad nos traga,
una pecaminosa respiración
hace rodar el fin,
la calma de mi sangre, se desvanece.