Entre mil mares, junto a millones de tormentas, en tu pensamiento y en mi cantar..., ahí en ese rincón donde reposan tus lágrimas, te llevo conmigo fluyendo lentamente; haciendo de esto un arte. Así como la lluvia y el viento, como las olas y su fuerza, como el sentimiento con las letras.
Perdámonos en las noches, con oscuridad eterna para que las pases sobre la almohada de mis ilusiones.
No contemos el tiempo, ni los días, ni los años, tampoco los siglos porque reposaremos en el infinito paraíso de los ayeres, de los momentos y las palabras, y ésta vez sin demonios acechando.
Contemos las fantasías, los sueños, las poesías...; juntemos las canciones, rimas y versos pata atar tus dedos a los míos.
Dame tus miedos, dame tus fantasmas y tus mares más profundos y obscuros. Dejame amarte sin medida, de manera sobrehumana, con todas las estrellas que no terminaste de contar y con todas esas notas que no cantamos.
Dejame entrar en la profunda ternura que hay en tus ojos, darte la inmortalidad con un escrito y fuerza con mi sol. Y tocarte el alma con la delicadeza al tocar un piano y la pasión de una nota alta de violín, tocarte con la fuerza de un rojo atardecer.
Y así, con esa dedicación, fuerza y pasión y profundidad te amaré en mi vida porque sí, porque no; por tan poco y por todo. Así, tan profundo y tan verdadero...