Apoyada en mi almohada veo que poco a poco se deslizan mis lágrimas; esta tristeza aun me embarga por no aceptar el dolor de mi alma. “Te recuerdo y no lo creo” esta falsedad la sellaste con utopías, cuando yo te representaba como el rey de mi vida. Se que ya no debo pensarte mucho daño me hiciste de tu parte porque no valoraste mis esfuerzos de aprender amarte. Por segunda ves renuncio a lo que más quiero de escribir en aquel lugar donde te conocí, no lo hago por mi, lo hago porque no me gusta discutir y mucho menos exponer que nuestra relación tubo un fin.