De pronto,
esa frialdad
invadía mi alma,
la inundaba,
era como si un vaso de agua
cayese,
y sus gotas llegarán
a cada rincón de lo mas cercano.
Fue entonces que note,
que ya no quedaba nada ahí,
nada,
solo dolor de un triste recuerdo
y una tarde fría y nublada,
tal vez por eso amo tanto
todas las tardes de invierno,
frías,
nubladas,
con tanto de ella,
y a pesar de que doliera
amaba esas tardes,
no me importaba el frío
solo me importaba
recordar su olor
su aroma a primavera
en medio del húmedo y frío invierno.