Joseph Álvarez

LA TARDE EN AQUELLA BANCA

De pronto, 

esa frialdad

invadía mi alma,

la inundaba,

era como si un vaso de agua

cayese,

y sus gotas llegarán 

a cada rincón de lo mas cercano.

Fue entonces que note,

que ya no quedaba nada ahí,

nada,

solo dolor de un triste recuerdo

y una tarde fría y nublada,

tal vez por eso amo tanto

todas las tardes de invierno,

frías,

nubladas,

con tanto de ella,

y a pesar de que doliera

amaba esas tardes,

no me importaba el frío

solo me importaba

recordar su olor

su aroma a primavera

en medio del húmedo y frío invierno.