y habíase quedado sin aliento
en Marsella esa tarde en que
el baile terminó
regresaron a casa satisfechos
por la reunión amical después
del dolor
los gemidos llegaban de las colinas
y los vinos distorsionaban el mundo
las damas conducían a un estado
de exaltación no tan efímero
para la primera primavera
de tantos años y tantas mañanas
en que la ciudad amanecía ebria
de felicidad y paz por festejar
un solsticio mas en las faldas
de un castillo que adquiría
mas temple del conocido y se hacia
mas grande conforme las flores
crecian en sus alrededores