Acabo de pintar el suelo de mi casa,
con tus pasos;
el reflejo de tu pelo en mis pupilas.
De beberme tus labios en el café de la tarde;
de separar las espinas de tus palabras
mientras desnudo mi corazón con escalpelo.
Acabo por pintar tu sabor
en el cielo del paladar
y termino por darme cuenta
que mi soledad viste sus mejores galas.