Miguel Angel Ortigoza García

UN ARROYO Y NADA MÁS.

 

 

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Hay un arroyo transparente

Que corre entre plantitas verdes

En el valle primoroso

De mi noble corazón.

 

Agua limpia, arisca y pura

Entre besos y caricias de cariño y de ternura,

Va mojando las cansadas y orgullosas ramas viejas

De los sauces, de mi alma, de mi espera y mi ilusión.

 

Corre el arroyo manso hacia el mar de lo infinito.

Tintinean los cristales del misterio que se va.

Alzan pañuelos blancos las gentiles margaritas,

Acaso, dicen adiós, o festejan su esplendor.

 

En las mejillas del tiempo algo corre y al pasar

Siento en mi piel un arroyo, y botecitos de candor.

En esa rivera, de rodillas, ayer me puse a lavar

Su imagen, su voz, su nombre y sus promesas de amor.

 

El arroyo se adueñó de mis manos temblorosas

Y me las dejó vacías, sin nada que recordar.

Entre las plantitas verdes, desde la rivera al mar,

Se ha perdido para siempre, todo lo que pude amar.