Un hombre sin religión es un cuchillo sin filo, es una prostituta con la regla. Mi religión es básica, simple, húmeda, silenciosa y ruidosa. Mi religión es el sexo, es mi semen y tú sangre periódica. Encontrarme en lo poco que perderme en lo mucho, tu vagina es mi templo y mi semen tus feligreses. Mis servicios religiosos son las previas, eres tú pidiendo que te lo meta, despacio y mirándote a los ojos. Mi religión es acariciarte, es masturbarte, es escuchar tus gemidos. Mi religión eres tú.