Cuando llego el momento
el tiempo no espero.
Se fue la hora y los jirones,
quedaron bailando locamente en la alambrada,
en el paño y la humedad de nuestros labios.
Otra vez tendremos que sentarnos en silencio,
expectantes por si vienen por el rio
las personas que alguna vez
fueron espigas sin rostro.
La virginidad de la sorpresa
anidando en los vientres,
en el sudor del sacrificio y en los hornos.
Todo llega.
Pero esta noche colgada y ausente
solo te veo a ti y a lo que no fue,
a lo que en el estertor de una tarde precisa
solo fue un crepúsculo mas
y deberla haber sido un artificio
alumbrado con los chispazos de la piel.
Carlos Brid
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