Tan llenos de arrogancia, te miran y lastiman:
señores poderosos, se sienten satisfechos
de todo lo que existe; repulsivos desechos
que todo cuanto tocan, ya todo ilegitiman.
Dueños del bien y el mal, el odio legitiman,
ya todo es susceptible, de sus viles derechos,
llevados solamente por sus turbios provechos
la vida misma dictan, y hasta la muerte ultiman.
Dilapidan los sueños en salvas y oleadas,
carroña sin escrúpulos, corazón sin entraña,
traficantes de plomo, que a su madre desmadran.
Sabiéndose en el centro de todas las miradas,
se tapan las vergüenzas, con la mala calaña;
con balas y metralla, rabiosamente ladran.
Deogracias González