Llenos de rabia me ladran tus silencios, desde lejos
cuando no te tengo, son un duende despierto
parecen ecos, encerrados en un callejón
hienas traidoras, que me atacan en complot
Tu mirada fascinante, descansa en mi osamenta
exquisitas pupilas, exiliadas detrás de mi puerta
donde se proclaman ciegos, los halcones cobardes
y son petrificados por cada cielo, a pesar de su alarde
No quiero tu recuerdo mordido, ni tu musgo amarillo
ni el intacto tablero de ajedrez, cuando te hayas ido
quiero ver volar, la mariposa verde de tu ombligo
contemplar sacudirse tu vientre y sus espigas de trigo
Juan R.
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Hermosillo Sonora, México