Las calles de mi ciudad
desvanecen a las sombras de sus lagunas
que ahogan nostalgias en los ojos del poeta
En la plaza
ya no ajetrean sonrisas citadinas
partieron los amigos
Majestuoso
el rio contempla melancólico
titilantes luces
En las casas de barro
agonizan de tristeza
las alegrías
aledañas a la Catedral
De las serenatas
sólo quedan reminiscencias
trovadores inmortales
jilgueros ausentes
mágicos arpegios
guitarras que insisten tocar la vida
La ciudad me habita como un poema
que no he logrado detenerla en palabras