Antídotos
Los hay, van desde una vela exangüe ante una virgen que no responde, hasta una aguja cuyo único milagro es escondernos del exterior.
Puede ser el conteo infinito mientras fijamos los ojos en las hélices del viejo ventilador, sin movernos, sin nada más que ese momento monótono y cruel donde esperamos el último número para irnos, uno, dos, tres, cuatro y la lluvia es sólo el repiqueteo de lo mismo, de la noche malditamente igual... no hay sueño, descanso, no hay nada más que los números infinitos y la esperanza de llegar al final, cualquiera que sea.
Antídotos, formas únicas de sobrevivencia, algunos hieden a farmacia, cápsulas de paz a medias, dosis de resignación que se ingieren por necesidad, nos resignamos a vivir necesitados y llenamos los miedos con antídotos: dinero, compañía, cosas, cosas y cosas... con cualquier nombre eso no importa y no sé si lo habrás notado pero el gris de las cosas duele, desespera, golpea!!!
Cada uno en la madriguera de su ser busca un antídoto, alguna parte del espíritu viene enferma o alguna parte de la vida lo infecta o nosotros nunca encontramos la vida y mientras tanto buscamos el éxito, la suerte, el dinero o a dios, no es culpa del humano su tendencia a los antídotos, su inclinación a las puertas y no a los caminos.
Antídotos, cada cual descubre el suyo, hurgando en las gavetas de su historia encuentra la pequeña dosis para no morir intoxicado.