josecarlosbalague

HUBO UN TIEMPO

 

Hubo un tiempo en que me sentí muy solo,

como un error, un fallo del destino,

y decidí ser pionero de mí mismo

 

Siempre tuve una visión periférica del mundo.

Me sentía ajeno, inmerso en el desasosiego, la incertidumbre, acritud,

como perdido en la vorágine del mundo,

hastiado, en esa irremediable inmediatez que es el vivir,

 

Necesitaba compartir con otro ser

que coincidiera conmigo en la irrealidad,

sin limitaciones impuestas por disciplinas absurdas.

 

Y a medida que fui viviendo, al contraste de mis vivencias, fui apercibiéndome de que somos viajeros, y que vivir no es más que un viaje,

solo de ida, sin retorno, a ninguna parte.

Crisis de autoestima, de identidad, le llaman a eso.

Y quería convencerme a mí mismo, de que debía emprender una transformación polimórfica de todo mi ser. Soflama.

 

Y fue precisamente entonces, justo entonces, cuando mi vida se decantaba hacia el abismo, que apareciste tú.

Si fueras agua, solo unas gotas hubieran bastado para calmar mi sed.

Si fueras fuego solo una chispa para incendiar mi pasión.

Si fueras diosa, una mirada para enaltecer mi alma.

 

Te recuerdo con tu vestido de organza blanco el día de tu boda.

La elegancia de tu porte.

La suave fragancia del perfume en tu piel.

Tu belleza me embriagaba.

Mi amor por ti bullía en mi interior como un mar embravecido

y tú no te dabas cuenta.

Tú nunca lo sabrás.

 

Fueron pasando los años, dejando en mí la ineluctable mella del tiempo.

Hoy, viejo ya,

aún recuerdo la humedad de tus labios,

el calor de tus manos al acariciar,

el temblor de tus muslos cuando te poseí solo una vez.

 

Mi pecado fue amarte. No eras libre. Tu marido, mi mejor y más fiel amigo.

Un amor asimétrico fue el mío.

Mi alejamiento de ti fue un suplicio.

No quería mancillar la amistad, el amor del amigo.

Y la ansiedad el argumento.

 

Barcelona 20/10/2017

 

Balagué