Yo fui anatema...
y sonrisa descuidada
en la palabra,
herido de lisonja...
me desangro
apenas breve,
entre lagos denostados
por su espíritu,
desgarrrándome
muy tenuememente...
y en mi insondable
y altiva incompostura,
en pretéritos...
deshojados
por su eco,
allá donde la noche
musitada de claveles
se desboca...
herida y fría,
entre mares...
desnudados
de silencio.