De tu piel nace la pálida luna y ya no miro al cielo nocturno para verla;
con desnudar sobre el negro firmamento tu cuello, tu vientre, tus manos
y con la llegada del albor, te desvanezcas entre mis brazos.
Tu presencia, impermeable a mi razón, se cicla,sacándome de mi lúcido letargo
con tus ojos risueños que me llevan a la eternidad cuando a mis ojos te quedas mirando.
¿Que ganas tú con hacerme caminar en el bosque,
siguiendo tu voz que en el soplar del viento se ha escuchado?
Si de perderme en los adentros de tus oscuros rizos, tu intención es
sé feliz, amada, porque la salida de mi mapa se ha borrado.
Más, que va que en mis libros lea tus cantos
y que la gama de colores se apague ante el carmín de tus labios,
si no tengo más que la mitad de mi vida para vivírte,
porque la otra mitad, despierto me la paso.
Déjame quedar por siempre contando tus estrellas,
sobre tus blancas llanuras flotando,
nadar en el azul eterno de tus ojos claros,
que siento a tu piel difuminarse porque a ésta hora
la noche se quita su oscuro manto.