La piel rugosa del árbol
sostenía mis años
y mis brazos cargados
con tu risa pequeña...
y yo te miraba jugar
con tus manos en mi risa.
¡Tanta sal en el mar,
tanta dicha en mi pecho!
La rugosa piel del árbol,
la piel suave de tus manos
y tus ojos que no callan
mi nombre, ya con arrugas,
como yo no callo el tuyo
que está alumbrando mi vida.
A Candelaria.
Candelaria es una de mis trece nietos.
De mi libro “De cumbres y de abismos”. 2007 ISBN 978-987-9415-23-8