Evocan las paredes
un aliento ya sin vida,
Gritan las tertulias
jamás y nunca oídas.
Gritan los estantes
un susurro sin pasión,
evoca la ardiente vela
una historia corta de amor.
Caminando por el largo pasillo
cogidos de la mano,
nos entorpece un tierno beso
mientras suena el viejo piano.
Una caricia profana mi pecho,
un abrazo obstruye mi habla.
Un silencio calla las miradas,
una sonrisa tuya esclavíza mi alma.
Bailando suavemente al son de la canción,
vienen a mi mente los recuerdos sosegados.
Y sin más me entregas tu tierno amor,
y de nuevo me besan tus labios malvados.
Y todo en mi mente es alegría,
hasta que me despierta el horrible totazo
de la botella de vino que cae al suelo,
hoy de nuevo estoy borracho.
Y lloro recordando ese viejo salón
en donde yo te entregúe mi carazón,
sin saber que tú, sin saber que tú,
me harías a mi...
Esa cruel traición.