A. Martinez

Es fácil.

 

Es fácil ver cuanto te busco,
ver como mis ojos se enredan
al exacto negro de tu pelo,
como me pierdo dentro de tu voz,
a su sonido que purifica
las palabras,
otorgándoles la virginidad
de los espejos nuevos.

Tu sonrisa me suaviza las manos,
y son pétalos mis dedos
para acariciarte,
y es tuyo mi silencio,
y mi pan,
y mis pasos que vertebran
los caminos.

Son claros los días con tu rostro,
esos que traen besos
y los cuelgan de las bocas,
húmedos,
suaves,
rojos y transparentes,
como la tarde
que va a dormirse al mar.

Es muy fácil sentir
entonces que te amo,
cuando aguardando,
desintegro los minutos
de tu ausencia,
mutilando relojes parlanchines,
acumulando lluvias en el pecho,
donde reverdecen caricias
que respiran y te esperan.